Desde el Centro de Conexión del Circulo Sananda, para la Afiliación Global de Maestros Encarnados de la Nueva Energía
Si desde mi Reino Espiritual Interior, reconozco la vida como sagrada, entonces diré: Me consagro a la vida. Cuantas veces hemos dicho frases de muchísima y elevada consciencia, como… lo mas sagrado para mi son mis hijos… lo mas sagrado para mi es mi matrimonio… lo mas sagrado… y nos damos cuenta que cuando decimos esa frase, es porque algo sin palabras, sin mente, sin ni siquiera transarlo o interpretarlo de alguna manera por la mente y el ego, sino que desde un nivel consciencial en el amor profundo, verdadero, almico y por lo tanto incondicional, ha resonado en nuestro interior. Sin lugar a dudas la presencia Divina de nuestro Reino Interior, ha emergido. La consciencia como todo Don de Dios, es algo creado, manifestado y otorgado. Por estos tres movimientos el de la creación, el de la manifestación y el del otorgamiento, podemos ser conscientes de los reinos espirituales sagrados que palpitan en nuestro interior, vale decir…
Mi labor consciente entonces será: Crear espacios sagrados. Manifestarlos y Otorgarlos. Primero a mí mismo, luego por si solo, mi sintonía interior con la Fuente sagrada de Todo Lo Que Es, será tal, que no habrá diferencia alguna entre la Fuente y Mí Ser, pues ambos son en Sí, una misma Unidad. Nada hay en nadie que no sea de origen divino.
Meditación: La vuelta al interior consciente y la aceptación del silencio. La meditación es el plano creativo del antakarana o puente al Ser Sagrado o Divino. Es en la meditación donde nuestro vehículo de manifestación en los dos planos, visible e invisible, que pertenecen a los reinos espirituales, pueden elevar su vibración a estados mas avanzados de consciencia.
Conexión: Conectamos con nuestros cuerpos, siete chakras, siete cuerpos auricos, incluyendo el cuerpo físico. Comenzamos a manifestar en el plano material, los éteres de los reinos espirituales. Sé manifiesta la Consciencia, la Verdad, el Amor, y todos los dones del espíritu.
Otorgar. Sin proponernos nada, comenzamos a otorgar la luz que hemos alcanzado mediante el reordenamiento de nuestra mente material, liberándola del ego, y transformándola desde nuestra consciencia álmica, en un bello vehículo de los altos dones del corazón. Ya no hay nada que divina la Mente y el Corazón. La mente es ahora el pensamiento, la vibración creativa inserta en el plano material. El corazón, el motor de dicho pensamiento y vibración. Nada separa ahora al ser, del Ser Sagrado o Presencia Divina.
El aspecto espiritual de dios es la Vida de Dios que se vierte a través de nosotros como lo hace a través de todas las cosas vivientes. Es ese impulso motivador que mueva a una persona a producir constantemente experiencia de búsqueda divina. Es la misma esencia de todas las cosas que es su causa y su razón de ser.
En nuestra meditación y contemplación de la Voluntad Divina, debemos tener presente que cada uno de nosotros es una expresión de la energía de la Divinidad. Dios se expresa en esta forma que somos. De igual manera, en nuestros siete cuerpos conscienciales como expresión de nuestras almas. De igual manera, en los Siete Rayos de la Divinidad, que componen la misma llama Divina, y son parte fundamental de la llama trina del corazón. En el Sistema solar mediante siete energías de rayo, que son en sí mismas siete frecuencias creadoras del Rayo Cósmico de Amor- Sabiduría Divino.
Contemplamos toda aparición en la forma cómo una combinación de ciertas energía de rayo, sabiendo que la llamada forma sólida no es sino el rango más bajo de las energías espirituales. Como exentos originarios, a la materia le damos la importancia y la ascendemos, pues es creación de Dios, y como la luz, vio Dios que era buena para nosotros. En realidad, somos ángeles en el espíritu, Dios, pues somos su Alito, e hijos del Hombre, pues encarnamos. De nuestra ascensión y evolución depende que la materia sea considerada prisión del espíritu, o bendición del alma. Esta apariencia es la apariencia del aspecto materia, el polo negativo de la manifestación, mientras que el Espíritu no es sino el rango más alto de frecuencias de las mismas energía implicadas. Entre estos dos está el campo magnético, o aspecto conciencia, que se encuentra ocupando todo el rango de frecuencias entre Espíritu y materia. A diferencia de la mente, que solo ocupa la forma corporal, de allí que todos los miedos y trastornos de la mente, sean corporales.
Si has estado usando el pensamiento semilla dado en la instrucción de los Mudras de Adonay, como ejercicio regular de meditación, habrás invocado en tu instrumento desde los niveles del Alma un mayor impacto de la energía de la Voluntad que hasta ahora.
Observemos ahora el efecto natural de tal impacto sobre cada uno de los tres aspectos de la persona.
En el momento que esa energía impacta sobre el cuerpo mental, remueve el pensamiento dormido y estático o cristalizado, hacia un pensamiento mas vivido y dinámico, por tanto creativo, expansivo y elevado, como también libre de karmas impuestos por terceros, en asociaciones karmicas fuera de la consciencia. El Ser se ha provisto a sí mismo de poder de motivación, que activa las motivaciones ya presentes en forma innata y se libera del Mikkio, o el susurro del ego, abandonando todo lo que no es real, de todo lo que obsesiona a la mente humana en materia de los desconocidos e inmanifestados reinos invisibles (Que es en si Mikkio, o la trampa sagrada de configurar egocéntricamente (imagen) lo que hay en el cielo), que brota de los egos febriles y el desconocimiento de las profundas leyes de la encarnación, que es un misterio amoroso de Dios como también lo es la desencarnación. El espíritu nos pone en sintonía con Dios, porque por su medio, somos parte de la vida de Dios. Del mismo modo que todas las células en el cuerpo son alimentadas por la corriente sanguínea, así todas las cosas vivientes son alimentadas por el Espíritu de Dios. Son sostenidas y mantenidas por Él.
La vida divina que somos, fluye ahora con nuestra propia sabiduría que así es, expresándose de forma más libre, y sin la atadura del ego o mente inferior.
Ya no hay diferencia entre el creador y la creación. Todos las energías conscienciales que fueron necesarias para la encarnación, han sido sublimadas en el retorno del ser a la fuente del Todo Lo Que Es. La esperanza se aferra a la dicha futura, y la espera, pero, en los reinos espirituales, en los planos devachanicos divinos, la fe es absorbida por la realidad, y la esperanza por la dicha. El conocimiento por la verdad manifestada, y la búsqueda por la presencia de la misma esencia, lo que San Pablo señala en corintios cap 13, verle a él, cara a cara.
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