“HABLA EL DIOS INTERIOR” es un intento de texto sanador.
Actúa como un mantra sagrado.
Leyendo estas palabras imagina mi voz. Escucha. A ti te
hablo. Yo soy el centro de tu conciencia, tu Dios Interior.
Largos años has estado ansiosamente buscando sin saber lo que
buscabas. Los conceptos habían perdido su significado. Verdad, Felicidad,
Libertad, Dios, te parecían sonidos huecos.
Ninguno de los llamados Maestros fue capaz de enseñarte a
ser, a crear, a vivir o a amar.
Estos Maestros eran sólo personalidades humanas como la tuya,
con sus defectos y debilidades, repitiendo tal vez sin comprender, verdades que
eran restos de una tradición que había perdido su origen.
No conociéndose, no sabían transmitirte lo que ellos eran.
Sólo querían que aprendieras lo que ellos decían: palabras deducidas de otras
palabras, estas deducidas a su vez de otras palabras y así al infinito.
Crees venir a mí
porque no sabes a quien recurrir.
Te engañas: en realidad soy yo quien viene a ti.
No eras tú sino yo el que te andaba buscando, pero apenas
presentías mi presencia, me rehuías temeroso.
Sin ser tú mismo, tenías miedo de desaparecer. Así como el
personaje de un sueño que ruega que quien lo está soñando nunca despierte.
No me aceptabas, queriendo guardar el control sobre ti mismo.
Pero esa huida te desalentaba haciéndote llevar en tu corazón y en tu mente
imperiosas necesidades no satisfechas.
Por fin, ahora que has comenzado a sentir la presencia de una
verdad en tu interior, vas a dejar de defenderte y vas a oírme.
Yo soy tu Verdad.
Yo soy tu Libertad.
Yo soy tu Felicidad.
Yo soy tu Dios Interior!
Yo soy tú.
¡Detente! Antes de seguir leyendo silencia el moscardoneo de
tus pensamientos, calma tus emociones, pacifica tus deseos, reduce tus
necesidades.
Yo soy aquella parte de ti que todo lo sabe.
Y siempre lo supo y siempre lo ha sabido.
Esa parte de ti que dice: Yo Soy lo que Soy y no lo que los
otros quieren que yo sea.
Esa parte de ti que reconoce la Verdad y aparta todo error
donde quiera que lo haya; no esa parte de ti que ha estado alimentándose de
ilusiones por tantos años.
Porque yo soy el que te ha dado todo en la vida, pobreza o
riqueza, soledad o amor, disgustos o satisfacciones, realizaciones o encuentros
con obstáculos que te he puesto delante para enseñarte que yo soy tu único
guía. Y todo ha sido para tu perfección al superar tantos obstáculos y
transmutar tu pena en alegría y completud.
Siempre he estado proveyéndote no sólo de la vida sino
también tratando de darte todas las cosas necesarias para colmar tus
necesidades materiales, tus deseos creativos, tu búsqueda emocional y tu
desarrollo intelectual.
Pero yo no soy ese remolino de ideas que llamas intelecto, ni
tu recipiente emocional con sus simpatías y repulsiones, ni tu libido animal
cegada por sus deseos, ni tampoco tu cuerpo -es decir como tú percibes tu
organismo- con sus exageradas necesidades.
Esas ideas, sentimientos, deseos y necesidades sólo son la
expresión de tu ser, tal como tú eres la expresión de mi ser. Son únicamente
fases de tu personalidad humana, del mismo modo que tú eres una fase de mi
divina transparencia.
Libérate del dominio de tu personalidad, tan afecta a
glorificarse o a justificarse a ella misma. Libérate de tu obcecada
intelectualidad, infectada de ideas y prejuicios inyectados por la familia, la
sociedad y la cultura. Libérate de tu desequilibrio emocional que tiende a
atarse a ilusiones para caer a menudo en decepciones. Libérate de la
exacerbación del deseo, al que por más que le des satisfacción nunca puedes
saciar. Libérate de tus necesidades artificiales que sólo son vicios impuestos
por el deseo de parecer lo que no eres.
Si quieres que en ti yo sea y reine en tu conciencia, no
dejes que el intelecto, las emociones, los deseos y las necesidades te guíen.
Conviértelos en tus humildes servidores.
Yo soy tu Dios Interior, el que acude a tu Ser esencial, al
que yo he despertado, preparándolo expresamente para recibir mi palabra.
Serás lo suficientemente fuerte para soportarla, si eliminas
tus ilusiones, credos y opiniones personales, que sólo son la escoria que los
demás tiran y que tú has recogido.
Entonces mi palabra será para ti un manantial de alegría y
bienestar.
Tu mente aprenderá a iluminarse, tu corazón a recibir la
gracia, tu mente a conocer el éxtasis creativo y tu cuerpo a vivir en un trance
de iluminación continua.
Pero prepárate a que esta personalidad tuya, implantada por
tu familia, la sociedad y la cultura, te haga dudar de mi palabra conforme la
vas leyendo.
Pues ella sabe que su existencia está amenazada, que no podrá
ya vivir y prosperar, ni dominar por más tiempo tus pensamientos, sentimientos,
deseos y necesidades, imperando en tu vida cotidiana como lo ha hecho antes, si
abres tu corazón a mi palabra y la albergas en él para siempre.
Sí. Yo, tu Dios Interior, te hablo para hacerte consciente de
mi presencia.
He estado contigo siempre, desde tu nacimiento, pero tú no te
has dado cuenta. Ahora es tiempo de que me conozcas, a mí, que era tu yo antes
que nacieras y que seré tu yo después que “mueras”.
Lo que llamas “muerte” es sólo el paso de una dimensión
material a una dimensión inmaterial.
¿Estas decidido? ¿Quieres sumergirte en tu espíritu infinito?
¡Entonces entra en mí, para que tú seas Lo Que Yo Soy, sin
dejar de ser tú, pues te amo como eres infinitamente!
Capítulo 2
El psicoanálisis se dedica a sanar enfermedades y problemas
psicológicos del paciente. Por el contrario, el arte de sanación esencial para
sanar procede a despertar en el consultante sus valores íntimos, no
considerándolo enfermo, sino un ser esencialmente sano, invadido por órdenes y
programas de ser lo que no es y prohibiciones de ser lo que es, que le han sido
injertadas mayormente en la infancia. En lugar de tratar de limpiar sin cesar
un cuarto obscuro, es mejor antes encender una luz . Así las “enfermedades” y
“problemas psicológicos” dejan de parecer inmensos y se ven en su real
pequeñez. He llamado a esta luz “Dios Interior”. Es importante recalcar que el
siguiente textos debe ser leído imaginando que nos habla con una voz plena de
amor y compasión desde el centro de nuestro inconsciente.
Para que puedas conocerme y estés seguro que soy el Dios
Interior, tu propio e intimo ser verdadero, quien dice estas palabras, debes
primero desprenderte de las creencias que engañan a tus cuatro principales
centros. El centro intelectual, creyendo ser, produce pensamientos; el centro
emocional, creyendo amar, produce emociones; el centro creativo creyendo crear
produce deseos y el centro corporal, creyendo estar, produce necesidades.
Puede que aún no seas capaz de desprenderte de esas
creencias, sin darte cuenta que aún no eres, ni amas, ni creas, ni estás.
Pero yo te enseñaré cómo lograrlo, si realmente quieres
conocerme y estás dispuesto a confiar en mí y seguirme en todo aquello que
desde ahora te proponga hacer.
Olvídate del mundo exterior, de tu personalidad humana y
concentra toda tu atención en mis palabras. Eres en el Todo Lo Que Es, el
centro.
Como no puedes aceptar nada que no se halle de conformidad
con lo que en el pasado has experimentado o aprendido, y que tu intelecto no
juzga razonable, convéncete que quien te habla es el Dios Interior, tu íntimo
yo, más elevado y divino que tus cuatro centros. Por consiguiente considerarás
a los centros intelectual, emocional, creativo y corporal como si fueran cuatro
egos separados de ti, y te sientes separado del Todo Lo Que Es.
Estos cuatro egos, han estado tan preocupados de dar a tu
cabeza, tu corazón, y cuerpo toda clase
de satisfacciones egoístas, las más de las veces frustradas, que nunca han
tenido tiempo de relacionarse conmigo, tu Yo verdadero. Por lo cual te has
interesado tanto por los placeres y sufrimientos de tus egos, que has llegado a
creer que tú eres tus pensamientos, que tú eres tus emociones, que tú eres tus
deseos y que tú eres tus necesidades. En consecuencia te has olvidado de mí y
del que Yo Soy en Ti, como Tu Eres en Mi.
Abre bien los ojos y lee lo siguiente: “Yo no soy tu ego
corporal con lo que cree son sus necesidades. Yo no soy tu ego emocional con lo
que cree son sus sentimientos. Yo no soy tu ego mental con lo que cree son sus
deseos. Yo no soy tu ego intelectual con lo que cree son sus pensamientos. Tú
eres yo y yo soy tú. TÚ Y YO SOMOS UNO .
Tus cuatro centros deben inclinarse humildes ante tu voluntad
y reconocer que tu eres su Amo de Dominio Soberano. En todo momento, instante
por instante, me deben tomar en cuenta: yo soy el origen de todo pensamiento.
Yo soy el origen de todo sentimiento. Yo soy el origen de todo deseo. Yo soy el
origen de toda necesidad.
Ejercítate sin cesar para imaginarte que me sientes en lo
íntimo de ti mismo, hasta que rechaces tus dudas y puedas sentir verdaderamente
que yo estoy en ti.
Te costará abstraerte del cacareo de tus pensamientos, así
como de las sensaciones agradables o molestas de tu cuerpo, así como de la
constante invasión de emociones, así como el pedido urgente de satisfacer tus
deseos. Para lograr sentirme en lo íntimo de ti mismo, debes seguir asiduamente
mis instrucciones pues soy también tu maestro.
Siéntate o acuéstate en una posición que te permita relajar
tus músculos, aparta de tu mente por unos minutos el temor angustioso de
enfermarte, envejecer, morir, o perder tus bienes materiales. Reconoce que
ahora estás vivo, tranquilo, descansado, y protegido por mí, tu Dios Interior.
Sin luchar tratando de impedir su existencia, ni atarte a
ellos, deja pasar como un rebaño de nubes cruzando el cielo, tus inútiles
pensamientos, sentimientos, deseos y necesidades, mientras te entregas a mí.
Entrégame tus pensamientos, tus sentimientos, tus deseos. Haz
de mí tu necesidad primordial.
Yo, Dios Interior, conciencia infinita y eterna, te pide a
ti, conciencia limitada y mortal, una total confianza para compartir contigo lo
que Yo Soy.
Hasta que hayas comprendido mi íntimo significado, repite
incesantemente, imaginando la potente y amorosa dulzura de mi voz: “YO SOY DE
TI. YO CONFIO EN TI. YO TE HAGO FELIZ”.
Si repites lo suficiente mis palabras, tu ser esencial se
despojará de esa ilusión que llamas “Yo personal”, sentirás que tu rostro se
hace transparente, te sentirás henchido de pies a cabeza por una maravillosa
energía.
Mi poder, despertándose dentro de ti, hará expandir tu
conciencia, hasta desprenderla de la Tierra y pasearla por la inmensidad
cósmica.
Conocerás entonces el éxtasis de un amor que todo lo abarca,
de un pensar que todo lo sabe, de una fuerza que todo lo puede, de una energía
inmortal.
Una vez que me hayas sentido así, reconocido mi poder y
escuchado mi voz, ninguna enfermedad podrá deprimirte, ningún acontecimiento te
asustará, ningún adversario logrará vencerte.
Sabiendo que yo, Dios Interior, soy la raíz de ti mismo,
siempre, en los momentos difíciles recurrirás a mí, dándome toda tu confianza y
dejándome manifestar mi que también es tu voluntad.
Entonces me dejarás hacer lo que yo quiero que se haga, como,
por ejemplo, que tus males sanen, o ejecutes labores que ahora crees que te son
imposibles de realizar, o llenar tu corazón que sientes vacío con un amor que
no reconoce límites ni en el tiempo ni en el espacio.
Pero esto no vendrá luego. Depende de tu capacidad de
captarme y aceptarme. Puede tardar años, como puede venir mañana o ahora mismo.
¿Quieres que eso sea ahora mismo ? Entonces repite con toda
la fuerza de tu espíritu : « ¡Si no es ahora, ¿cuándo ?! ¡Si no es aquí, ¿dónde
?! ¡Si no soy yo, ¿quién ?!
El encuentro conmigo no depende de nadie sino de ti. No de tu
personalidad humana ni de sus ideas, sentimientos, deseos y necesidades; sino
de tu capacidad de aceptar que yo soy tú.
Une tu voluntad a la mía y deja que yo determine la hora
oportuna para la acción.
Si tú, ignorándome, tratas de abrirte paso a través del muro
de tu conciencia limitada, quizás puedas lograr abrir una brecha entre el mundo
que llamas real y el reino de los sueños. Pero por esa puerta que has abierto
forzándola, entrarán entidades negativas en tu dominio privado que sólo
lograrás expulsar a costa de muchos sufrimientos. Te sentirás poseído, deprimido
o demente.
Pero esto yo te lo permito algunas veces para que por medio
de tales sufrimientos, venciendo esas dificultadas, obtengas la fuerza que te
falta y el discernimiento necesario para saber que mientras no abandones todo
deseo de conocimiento para tu propio provecho personal, no podrás entrar en la
gloriosa luz de mi sabiduría.
Haz de modo que todas tus investigaciones conscienciales y
todos tus esfuerzos espirituales sean llevados a cabo con fe y confianza en mí,
tu verdadero e íntimo yo, sin que estés inquieto o impaciente por los
resultados; porque todos estos están sostenidos por mi amor infinito, y yo me
ocuparé de ellos.
Tus dudas e inquietudes son escorias de tu personalidad
efímera, y si las dejas persistir te conducirán al fracaso y al desaliento.
Si lo que hasta aquí has leído ha encontrado eco en ti mismo,
y deseas saber más, entonces estás listo para que yo, Dios Interior, te diga
quién soy y qué deseo.
Capítulo 3
“HABLA MI DIOS INTERIOR” es un texto con intensiones
sanadoras para todas aquellas almas que han crecido sintiendo no valer nada y
no pudiendo encontrar un significado a sus vidas.
Yo, tu Dios Interior, soy el centro de tu inconsciente.
Sosegadamente espero y velo ocupando con mi ser todo tu tiempo y todo tu
espacio.
Yo vigilo y espero que acabes con tus egoísmos y debilidades,
con tus vanos deseos, ambiciones y pesares, tratando de erigir tu yo personal
en medida del mundo.
Un día, cansado de estas escorias, recurrirás a mí, desalentado,
humilde, y me pedirás que te conduzca, sin comprender que siempre te he estado
conduciendo.
Sí, yo, tu Dios Interior, he sido quien realmente ha dirigido
todos tus pasos; quien ha inspirado todos tus pensamientos, sentimientos,
deseos y actos, utilizando y manipulando secretamente a cada uno de estos, a fin
de atraerte hacia el reconocimiento y la aceptación de mi presencia en ti.
Sí, yo, tu Dios Interior, he estado contigo en todos los
acontecimientos de tu vida: en tus alegrías y en tus dolores, en tus éxitos y
fracasos, en tus buenas y malas acciones, en tu defensa de los débiles y en tu
destrucción de plantas, animales y ambiente planetario. En consecuencia, si tú
seguiste el camino recto o el camino torcido, sabe que fui yo quien te hizo
hacerlo así.
Fui yo quien te alentó a seguir adelante, por el vislumbre que
de mí te di, permitiéndote percibirme confusamente, a lo lejos, en tu
conciencia.
Fui yo quien te desvió del buen camino por la visión que de
mí te di en algún cuerpo encantador, en un placer intoxicante o en una
finalidad ambiciosa…para que al final, decepcionado, impuro, enfermo, deprimido,
rebelándote enfadado e inspirado por una nueva ambición, vinieras por fin a mí.
Sí, yo, tu Dios Interior, soy aquel que anima tu cuerpo, hace
que tu mente piense, tu corazón lata y tu ser desee y cree.
Sí, yo, tu Dios Interior, soy aquel que te hace hacer todo lo
que tú haces, y todo lo que los otros seres hacen, pues yo soy aquel que es en
ti y en ellos.
Yo soy la causa animante no sólo de tu ser, sino también de
todo lo viviente: soy la única realidad. Soy infinito y eterno. El Universo es
mi cuerpo. Toda la inteligencia que existe emana de mí, todo el amor que une a
lo creado brota de mí, y todos los deseos de crear, todo poder, no son otra
cosa que mi voluntad en acción.
Todo lo que es, expresa una fase de mí.
Te estarás preguntando: “¿Entonces, no hay nada ni nadie más
fuera de mi Dios Interior? ¿Podré alguna vez tener individualidad propia?”
Nada hay, absolutamente nada que no sea una parte de mí, que
soy la única e inconmensurable realidad.
En cuanto a tu llamada “individualidad” no es ella sino un
mínimo ensueño que aún busca conservar su existencia ilusoria separada de mí.
Pero pronto conocerás que no hay otra individualidad aparte
de mi individualidad y que toda personalidad está condenada a disolverse en mi
divina impersonalidad.
Capítulo 4
Esta es la última parte de “HABLA TU DIOS INTERIOR”. Imagina
que lo que lees te lo está diciendo una voz que surge del centro de tu corazón,
fuerte y delicada, femenina y masculina al mismo tiempo, plena de amor y
sabiduría. Entrégate a esa compasiva voz, detén durante la lectura toda
crítica, absórbela, digiérela y después, de regreso a tu “yo”, decide si crees
en ella o no.
Te lo repito: yo soy tú, el Dios interior, todo lo que
realmente eres.
Te lo repito otra vez: lo que tú crees ser, no es lo que
eres. Eso es sólo una ilusión, una sombra de tu verdadero ser, el cual soy yo,
tu inmortal Dios Interior.
Yo soy esa limitada conciencia que en tu mente humana se
llama a sí misma “Yo”. Pero yo soy ese “Yo”. Y eso que llamas “tu” conciencia
es en realidad mi conciencia, pero atenuada para acomodarse a tu mente humana.
Cuando puedas expulsar de esa que llamas “tu” mente todos sus
conceptos, ideas y opiniones humanas y permanezca limpia de ellos, de modo que
yo pueda estar en condiciones de expresarme libremente, entonces me reconocerás
y sabrás que tú personalmente nada eres, como no seas un canal por el cual yo
penetro en la dimensión material.
Cada célula de tu cuerpo tiene una conciencia propia. Si no
fuera por esa conciencia, no podría hacer el trabajo que tan inteligentemente
ejecuta.
Pero cada célula está rodeada de millones de otras células y
cada una desempeña inteligentemente su propia tarea. La conciencia unida de
todas esas células forma una inteligencia superior que domina y dirige ese
trabajo.
Soy yo la inteligencia superior que dirige el trabajo de
todos los órganos y vísceras de tu cuerpo. Cuando yo me retiro definitivamente
de tu organismo, las células se separan y tu cuerpo físico muere.
Tú no puedes controlar personalmente la acción de un solo
órgano, de una sola víscera de tu cuerpo. Los controlo yo, tu Dios Interior.
Tú eres, por así decirlo, una célula de mi cuerpo, y tu
conciencia es mía. Por lo tanto la conciencia de cada célula de tu cuerpo es mi
conciencia. La célula, tú y yo somos uno.
Tú no puedes actualmente dirigir o controlar una sola de tus
células, pero cuando me entregues tu conciencia y me dejes, a mí, Dios
Interior, penetrar en ella, entonces, podrás controlar no solamente cada una de
las células de tu cuerpo sino las de cualquier otro cuerpo que desees sanar.
Tú, como una de las células de mi cuerpo, tienes una
conciencia que es mi conciencia, una inteligencia que es mi inteligencia, y
también una voluntad que es mi voluntad. Tu no posees ninguna de éstas por ti mismo.
Todas ellas son mías y para mi uso solamente.
Mi conciencia, mi inteligencia y mi voluntad son
completamente impersonales y por eso son comunes a ti y a todas las células de
mi cuerpo (los otros humanos), del mismo modo que son comunes a todas las
células de tu cuerpo.
Yo, Tu Dios Interior, soy totalmente impersonal y, por ello,
mi conciencia, mi inteligencia y mi voluntad, operan en ti y en los otros seres
vivientes.
Por lo tanto yo, Dios Interior, y el “yo soy” tuyo y el de
tus semejantes, así como la conciencia y la inteligencia de todas las células
de todos los cuerpos, somos uno.
Yo, Dios Interior, soy el ser inteligente, director de todos
ellos: el espíritu animante, la conciencia de toda materia, de toda substancia.
Y si puedes comprender esto, reconocerás que, de manera
impersonal, estás en todos y eres uno con todos; estás en mí y eres uno
conmigo; lo mismo yo estoy en ti y en todos, expresando a través de todos mi
realidad.
Tu voluntad es mía, tus pensamientos son míos, tus deseos son
míos, tus acciones son mías, tu conciencia es mía.
Tu voluntad no es otra cosa que una pequeña parte de mi
voluntad, que yo te permito usar en lo personal; pero tan pronto como te des
cuenta y reconozcas en ti mi existencia y comiences a usarme conscientemente,
yo, poco a poco, te concederé más y más poderes.
Porque todo poder y su uso no son sino un mayor o menor
reconocimiento y comprensión de mi voluntad.
Si yo pusiera en tus manos todo mi poder, antes de que
supieras manejarlo conscientemente, éste desintegraría tu cuerpo.
Por ello es que, para mostrarte lo que resulta del abuso de
mi poder, yo, tu Dios Interior, a veces te permito envanecerte con la sensación
de mi presencia en ti, dejando que me utilices para tus fines particulares;
pero no por largo tiempo, porque, no siendo tú lo bastante fuerte para dominar
mis poderes, pronto se vuelven en tu contra.
Pero yo, tu Dios Interior, estoy siempre ahí para levantarte
después de la caída, -aunque tú en ese momento no lo sepas- primero
avergonzándote, en seguida haciéndote dar cuenta de la causa de tu error y,
finalmente, cuando estás suficientemente humillado, revelarte que esos poderes
que se manifiestan en ti por el uso de mi voluntad, mi inteligencia y mi amor,
te los concedo para usarlos solamente en tu desarrollo y de ninguna manera para
tus fines personales.
¿Pueden acaso las células de tu cuerpo, los músculos de tu
brazo, considerarse como si tuvieran una voluntad desligada de tu voluntad, o
una inteligencia diferente de tu inteligencia? No, ellos no conocen otra
inteligencia que la tuya, ninguna otra voluntad más que la tuya.
Dentro de poco comprenderás y te darás cuenta que tú, en
cuanto conciencia corporal humana, eres solamente una de las células de mi
cuerpo.
Tu voluntad no es tu voluntad, sino la mía; la conciencia y
la inteligencia que tienes son mías totalmente, y no existe en ti ese “yo” que
crees tener, pues, personalmente, no eres más que una forma física con un
cerebro humano, creada por mí, con el fin de manifestar en la materia mi
espíritu infinito y eterno.
Todo esto puede serte ahora difícil de aceptar y puedes
protestar enérgicamente que no puede ser así, que toda tu naturaleza se rebela
contra tal subordinación tuya a un poder invisible y desconocido, por más
divino que sea.
Mas no temas, pues es sólo tu personalidad individual la que
se rebela. Si perseveras prestando atención a mis palabras y estudiándolas,
pronto se aclarará todo y yo, tu Dios Interior, otorgaré a tu conciencia muchas
verdades maravillosas que ahora es imposible para ti comprender.
Y te regocijarás hasta lo íntimo de tu ser y bendecirás estas
palabras por el mensaje que te traen.
Todas las esperanzas te serán permitidas. La semilla de alma
que traías al nacer se desarrollará, permitiéndote atravesar eso que llamas
“muerte”.
Convertido en un ser inmaterial conocerás la totalidad del
universo.
Vivirás tantos años como ha de vivir el universo.
Te convertirás en la conciencia del universo, creando mundos
sin cesar.
Si ahora no tienes la suficiente fe para creer esto, imita la
fe. Se logra obtener lo que no se tiene, imitándolo.
Si repites y memorizas estas palabras, acabarás por darte
cuenta que aquello que has leído, lo has escrito tú mismo.
Escúchame bien: ¡Tú eres el Dios Interior!
Aquel que creías ser era un medio, menos que polvo en el
viento.
Escúchame bien: ¡Yo soy tú, el Dios Interior!
Fuerza permanente en el espacio y en el tiempo, el universo
no me contiene, sino yo a él.
Soy anterior a la vida y a la conciencia.
Ni siquiera el vacío me da origen, porque el mismo vacío
pertenece a mi naturaleza y yo no a la suya.
No hay nada que escape a mí, porque soy la Verdad.
Ahora, por el momento, voy a callarme. No te desanimes, aquí,
en el centro de ti mismo, permaneceré hasta el fin de tu encarnación en este
mundo.
En cualquier momento, si me necesitas, te puedo hablar. Lo
único que tienes que hacer es concentrarte en el amor que me tienes e imaginar
mi voz.
Confía en ti, todo lo que imagines que yo te digo, realmente
yo te lo estoy diciendo, puesto que yo , Dios Interior, soy tu mismo.
*
**
A.J.
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