Respira...
Respira...
Respira...
Acabo de percibir ENERGIA
en estado puro.
Me conecto, consciente,
la siento, la veo, la observo,
la DISFRUTO, DISFRÚTALA.
ES, SOMOS en todo en nada, sólo
CONECTATE,
te UNIRÁS con la energía UNIVERSAL de
la Fuente,
con el macrocosmos, con el
MICROCOSMOS,
en todas las células,
visualiza un CORAZON.
SIENTES el amor del vacío,
libre sin límites,
todo se enlaza.
LUZ sanadora,
energía pura
que todo lo envuelve.
Respira...
Respira...
Respira...
Yo Soy
La vida es sueño
Jesús nos muestra que sólo hay que “despertar”, “darnos
cuenta”, “recordar” nuestra esencia divina natural y sólo así viviremos en la
plenitud del Ser.
Jesús fue una mente humana que comprendió la Vida desde la
experiencia humana. Fue un hombre que como tú, como yo, vivió en este mundo
material, de formas, atravesando la experiencia dual, de creerse separado de
los otros hombres, de los otros seres, de creer en el mundo de afuera…pero en
un momento –no sabemos cuándo- “despertó”.
En un momento de su vida resucitó, pero resucitó antes de que
fuera la resurrección que conocemos después de la crucifixión. Como dice José
Luis Molina, pudo haber resucitado luego de pasar por el episodio que se conoce
como “las tentaciones de Jesús” en el desierto, narrado por Mateo en el Nuevo
Testamento cuando pasó cuarenta días y cuarenta noches “tentado por el diablo”.
Jesús vivió allí su experiencia dual y no dual. Es decir, algo de su humanidad,
la mente dual o “el programa” o “el ego” lo inclinaba a creer que era un dios,
alguien superior a los demás, diferente, especial, y seguramente pudo creer que
era un ser separado, sin embargo eligió otra percepción.
“Entonces, acercándose el tentador, le dijo: Si eres el Hijo
de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes. Más Jesús le respondió:
Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de
la boca de Dios”.
En ese párrafo como los siguientes, se manifiesta la elección
que hace Jesús. Si hubiera creído el mundo dual, Jesús hubiera accedido a hacer
la demostración, para que el mundo supiera que era un dios, diferente a los
demás. Sin embargo, Jesús eligió otra percepción diferente a lo que su mente
programada humana le mostraba como real. Él era consciente, sentía a través de
su “corazón radiante” que era un Ser Compartido, que su mente no era algo
chiquito y separado, sino que era parte de la Mente Universal, que en su Ser se
manifestaba el Universo y el Universo se manifestaba en su Ser.
Jesús tomó conciencia así de que “nada real puede ser
amenazado” y que “nada irreal existe”, como dice “Un curso de milagros”. Él se
dio cuenta de que lo que veía y sentía en este mundo material, de formas, no
era él, Él era el Ser, la Fuente y que todos formamos parte del Ser, de la
Fuente, del Todo, del Tao, de Dios. Él se dio cuenta (recordó) que la única
realidad es la Unicidad y que en esta experiencia humana nos olvidamos de lo
que somos, nos olvidamos de que somos Uno, que el Todo es la parte y la parte
es el Todo. Él se dio cuenta (recordó) que en esta experiencia humana creemos
que la realidad es lo que vemos y que estamos separados los hombres, los
objetos, en un mundo de opuestos; en esta experiencia humana creemos en “el
sueño de estar separado de Dios”, separados del Todo. Pero él recordó su
divinidad, como la de todos, porque somos Uno, todos somos Uno y todos formamos
parte de esa Inteligencia Divina que es la Vida.
“Después de esto le transportó el diablo a la santa ciudad de
Jerusalén, y le puso sobre lo alto del templo y le dijo: si eres el Hijo de
Dios, échate de aquí abajo, pues está escrito: Que te ha encomendado a sus
Ángeles, los cuales te tomarán en las palmas de sus manos para que tu pie no
tropiece contra alguna piedra. Replico Jesús: También está escrito: No tentarás
al Señor tu Dios.
Todavía le subió el diablo a un monumento muy encumbrado y le
mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y le dijo: todas estas
cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras. Entonces Jesús le
Respondió: Apártate de ahí Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor Dios
tuyo, y a él sólo servirás”.
Así continúa el episodio de las tentaciones de Jesús en el
desierto. Aquí nos muestra que las tentaciones son los errores de percepción.
Jesús no rechazó lo que veía, -que era su mente programada proyectada-, no se
victimizó por lo que sucedía, porque el Espíritu de Dios lo hizo entrar en
desierto para vivir estas tentaciones o “errores de percepción”. Él reconoció
que creer en lo que le mostraban, le decían, era el error y que el verdadero
conocimiento proviene del interior, del Ser Compartido.
Él aceptó que ese fuera su momento necesario para “despertar”
del mundo material, donde podrían idolatrarlo como un ser superior, diferente,
especial, que podía creerse superior. Él pudo creer en algún momento en el
mundo dual, de la imagen, del “especialismo”, la riqueza material y los
“valores” de este mundo de formas, sin embargo eligió. Eligió otra percepción
porque supo que era la única real. Recordó que la única realidad, es la de
Dios, que todos somos Uno y Uno somos todos. Él se dio cuenta de que como dijo
Jung “quien mira afuera ve un sueño y quien mira adentro despierta”. Y él se
miró adentro y despertó. Y así nos marcó un camino, el camino de la Verdad. “Yo
soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
No sabemos cuándo fue el despertar de Jesús. Las religiones
dicen que era un hombre “iluminado”, que nació “iluminado”, pero desde nuestra
experiencia humana podríamos pensar que el despertar se realiza sólo desde la
creencia de uno mismo en un mundo dual, se realiza desde la creencia en un
mundo de apariencias. Sólo creyendo que el mundo que vemos es real es de donde
podremos despertar. Sólo podemos despertar de un sueño, pero si no sabemos que
estamos en un sueño, no podemos despertar. Si creemos que lo que vemos es la
realidad y no un sueño, nunca despertaremos.
Rupert Spira explica muy bien esto. Él dice que el estado de
vigilia (lo que los hombres creemos que es la realidad) es en verdad un sueño y
lo compara con “soñar con sueños”. Cuando estamos en ese estado de “soñar con
sueños” creemos que lo que soñamos es la realidad, y sentimos dolor, o
cualquier emoción como si fuera real, y sólo cuando nos despertamos nos damos
cuenta de que no nos pasó nada, que estábamos en la cama durmiendo, y que todo
fue un sueño o una pesadilla. Lo mismo es con la vida. Podemos despertarnos del
sueño en vida o en el momento de la muerte, cuando nuestro ser deja el cuerpo,
deja la experiencia humana. Hemos venido al mundo para experimentar cómo es
olvidar nuestra esencia pero con el objetivo de recordarla, de comprender.
Creemos que lo que sentimos es real, lo que vemos es real,
los objetos, las sensaciones, las percepciones. Creemos en la materia, sin
embargo es un sueño y la única realidad es nuestro Ser Compartido con el
Universo, del cual formamos parte (el todo es la parte y la parte es el todo).
Nos damos cuenta de que la realidad es en verdad holográfica. Incluso, la
física cuántica, nos está diciendo que en realidad la materia no existe, todo
es energía, vibraciones y sólo si vivimos el momento, el aquí y ahora, nos
damos cuenta de esa Unicidad del Universo.
Spira dice también que el ser en su estado puro, natural, es
la consciencia, es el sueño profundo, mientras que “el sueño con sueños” y lo
que denominamos “vigilia” son proyecciones, o modulaciones del “sueño
profundo”, de la Consciencia Universal. Él dice que nuestra mente es como
remolinos de agua en un río, cada cual con un formato diferente, con ondas más
grandes o más pequeñas (cuerpo, pensamientos, emociones), pero todos los
remolinos son agua en movimiento y el agua es la Fuente, el todo y la parte.
Despertar es darnos cuenta de que somos el sueño profundo
Siempre me llamó la atención lo que se dice desde la medicina
y la psicología en cuanto a la importancia de dormir “regular y profundamente”.
Se atribuye importancia a dormir durante un horario habitual y “profundamente”, lograr llegar a esa fase del
sueño en donde se duerme pero no se sueña (III y IV del sueño No REM) porque la
actividad mental se reduce en su mayor porcentaje, disminuye significativamente
la frecuencia de las ondas cerebrales.
Se trata del sueño profundo denominado sueño de ondas lentas
que se sintetiza en la sigla S.O.L.. Llamativamente el sueño más revitalizador
es el sueño “sol”, como la energía solar que da vida. Sólo si logramos este
sueño SOL (que generalmente ocupa el 20 % del total del sueño) se libera gran cantidad
de la hormona del crecimiento o rejuvenecimiento de nuestro organismo. El sueño
de onda lenta es fundamental para generar energía al cuerpo-mente, al ser.
Según HelpGuide.org, el sueño de onda lenta ayuda a estimular el crecimiento y
el desarrollo, le da al cuerpo la oportunidad de reparar el músculo y el tejido
dañado y estimula el sistema inmunológico. El sueño SOL es una inyección de
vida para el ser.
De esta manera, vemos que a través del sueño SOL podemos
autocrearnos a nosotros mismos cada día, autoregenerarnos, repararnos,
absorbiendo vida de la Vida, como la Consciencia que se retroalimenta de sí
misma. Incluso Spira dice que dormir profundamente es como morir –dejamos el
cuerpo- y volvemos a nacer cada día con un ser diferente. Luego de tener un
sueño reparador (profundo) nos sentimos con más energía vital, el cuerpo está
más enérgico y la mente está reseteada.
Por eso, volviendo a Jesús y su despertar, despertar para un
hombre es recordar la naturaleza del Ser, es sentir ese “sueño profundo” del
que todos formamos parte y que es la realidad. Despertar es darnos cuenta de
que, como decía Segismundo, “la vida es sueño –un engaño, una ilusión- y los
sueños, sueños son”. Jesús no fue el único ser iluminado, el único que
despertó, fueron y son muchos. Él trascendió la historia de la humanidad, como
otros. Hoy muchas mentes están despertando del sueño.
Decíamos que Jesús resucitó antes de la crucifixión porque su
“despertar” fue antes, no sabemos cuándo. Mientras que la crucifixión nos está
mostrando –desde una experiencia extrema- que se puede sentir la naturaleza
real de la Vida, del Ser, tener conciencia incluso desde una experiencia tan
tremenda como una crucifixión que el sufrimiento, el dolor son “no reales”, son
engaños, ilusiones de la mente del hombre cuando se cree separado del Todo, del
Universo, del Ser Compartido, de la Inteligencia Universal, del Alma, del Tao,
de Dios. Jesús sintió su naturaleza divina y eterna, y no se identificó con el
ser separado, de sufrimiento y dolor porque sabía que eso “no era real”.
Y quienes lo vieron resucitado, sintieron su ser, la esencia
divina compartida, aunque quizás la imagen no era la misma, pero supieron que
era Él porque también ellos habían “despertado” del sueño y la Verdad se les
manifestaba, porque el único conocimiento real es el que proviene del Ser
Compartido.
Podemos despertar como lo hizo Jesús, porque él lo hizo desde
nuestra naturaleza. Podemos resucitar como lo hizo Jesús si percibimos la vida
desde la Realidad. Él nos mostró y nos sigue mostrando el camino… Él nos mostró
cómo vivir nuestra naturaleza, que es paz profunda y plenitud, pase lo que pase
y sea lo que sea el sueño terrenal…
Para ti, Benito y Andrá...
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario